El cuarto día amaneció algo diferente meteorológicamente hablando. Los tres días anteriores la previsión era muy clara, no nos iba a caer ni una sola gota de lluvia y el tiempo iba a ser principalmente caluroso. Sin embargo, para hoy la previsión no era tan buena. En principio, a partir de las 14:00 de la tarde la lluvia iba a hacer su aparición con bastante probabilidad. ¡Qué pena despedirnos con lluvia!. Peo como el tiempo es una de las cosas que es imposible cambiar, sólo nos quedaba mentalizarnos y echar el chubasquero a la mochila por si teníamos que utilizarlo.
Además, el día amanecía raro para mí. Algo me debió sentar mal y mi estómago (y tripas) se resentían...¡¡qué fastidio!!, justo hoy que la ruta era la físicamente más exigente y en teoría la más dura, no sólo por la distancia y el desnivel que teníamos que superar, sino además porque era ya la cuarta jornada y aunque lo llevábamos bien, el cansancio en las piernas ya se notaba.