sígueme en facebook sígueme en Instagram sígueme en Blogger Sígueme en Likedin

22 de septiembre de 2016

PEDALES DE TOURMALET - ETAPA 4 DE 4 - De Luz-Saint Sauveur a Aucun

El cuarto día amaneció algo diferente meteorológicamente hablando. Los tres días anteriores la previsión era muy clara, no nos iba a caer ni una sola gota de lluvia y el tiempo iba a ser principalmente caluroso. Sin embargo, para hoy la previsión no era tan buena. En principio, a partir de las 14:00 de la tarde la lluvia iba a hacer su aparición con bastante probabilidad. ¡Qué pena despedirnos con lluvia!. Peo como el tiempo es una de las cosas que es imposible cambiar, sólo nos quedaba mentalizarnos y echar el chubasquero a la mochila por si teníamos que utilizarlo.

Además, el día amanecía raro para mí. Algo me debió sentar mal y mi estómago (y tripas) se resentían...¡¡qué fastidio!!, justo hoy que la ruta era la físicamente más exigente y en teoría la más dura, no sólo por la distancia y el desnivel que teníamos que superar, sino además porque era ya la cuarta jornada y aunque lo llevábamos bien, el cansancio en las piernas ya se notaba.


Tras desperezarnos, desayunar, vestirnos de "etiqueta" y recoger nuestras bicis del garaje, salimos del Hotel de Londres en Luz-Saint Sauveur camino de culminar nuestra gesta particular. 


Ambos sabíamos que no iba a ser fácil. Por delante nos esperaba una ruta en la que durante 25 kilómetros, salvo ciertos tramos), no íbamos a hacer otra cosa que subir, subir y subir. En nuestra cabeza, a estas primeras horas de la mañana sólo había dos cosas: la subida al col de Riou y el posterior descenso del que habíamos oído y leído verdaderas maravillas. En mi cabeza, además, había una tercera...mis tripas que no paraban de darme la lata y hacerme parar más de lo que quisiera.

Pero antes de ocuparnos del col de Riou había otras "chinitas" en el camino. La primera de ellas era salir del mismo Luz-Saint Sauveur. Salimos atravesando las calles del pueblo (la primera en subida, para calentar), rumbo hacia el cementerio, lugar desde donde sale un bonito paseo en el que llegué a leer una placa que decía: "Napoleon III promenade", camino que parece ser, recorrió el emperador Napoleón III (no confundir con su tío, Napoleón I Bonaparte) el día que inauguró el puente que llevaba su nombre y el cual alcanzamos muy pocos centenares de metros después.

El puente de Napoleón es una pasada. Medirá unos 50-60 metros de largo, y se eleva unos 80 metros de altura por encima del Gave de Gavarnie (río que baja desde el circo de Gavarnie camino del valle). La verdad es que atravesarlo da un poco de vértigo.

Salida de Luz-Saint-Sauveur

Rubén en el paseo de Napoleón III

Puente Napoleón III

Nada más atravesar el puente el track abandona la carretera principal y gira casi 180 grados a la izquierda buscando internarse en el bosque.

A partir de este momento, y salvo un pequeño tramo, ambos sabíamos que sólo nos tocaba subir y  subir. Y subiendo empezamos a ascender ladera arriba por una pista asfaltada cuya única misión era ir ganando altura sobre el valle (con unas curiosas rampitas del 8-10%) y acercarnos poco a poco hacia un ramal del GR-10 francés.

Mi estómago cada vez me molestaba más, y tras más de una parada en la que Rubén no tuvo más remedio que esperar más normal, ascendimos esta primera parte de la ruta que nos colocaba a poco más de 5 kilómetros desde nuestra salida habiendo ascendido ya más de 500 metros de desnivel (una media del 10%, como decía).

La subida a media ladera nos dejó a la entrada de una de las zonas más bonitas y más divertidas de todo Pedales de Tourmalet, un sendero precioso, entre hayas (para no variar) y coincidente con el GR que nos regalo un semi-descenso a toda velocidad sin apenas dificultades, tan sólo un par de pequeños pasos que no frenaban la diversión. Era el justo premio a una primera zona de subida en la que yo, personalmente, lo pasé bastante mal.




La verdad es que es una pena que este tipo de caminos y senderos duren tan poco...¡¡cómo nos lo pasamos!!. Pero como todo el mundo sabe lo poco que dura la alegría en la casa del pobre, enseguida lo que bajamos hubo que subirlo, y esta vez por un camino hormigonado con un desnivel más que aceptable y que nos dejaba directamente en la localidad de Grust.

Fue aquí donde Rubén se dio cuenta de que en medio de tanta diversión había perdido sus gafas. Esta vez, a diferencia de lo que me pasó a mi el año anterior en Pedales de Occitania, no hubo suerte y ni siquiera tuvimos la intención de ir a buscarlas. Así pues, si alguien las encuentra, que las disfrute con salud!.

Como ya he dicho otras veces, todos los pueblos localizados a media ladera en Los Pirineos son bastante similares. Una iglesia bonita, bien cuidados, y unas rampas de órdago, y Grust no iba a ser menos...¡¡qué rampones!!. Rampas que continúan una vez abandonado el pueblo por un camino que se interna de nuevo en un hayedo.

Y este tramo, el del hayedo de Grust es uno de los que quizá nos ha gustado menos de los cuatro días. El sendero serpentea a media ladera, lleno de hojas de las hayas, medio tapado y sin referencia de qué puede haber debajo y con una vertiginosa caída a un lado que hace que, en nuestro caso, recorriéramos la mayor parte a pie tirando de las bicis.



El sendero del hayedo termina con unas cuantas revueltas a modo de zig-zag, sinceramente imposibles de ciclar y que nos dejan en una pista algo más ciclable que a su vez desemboca en una especie de barranco que nos dejó con la boca abierta. Era un rinconcito de esos en los que estarías todo el día: un puente que cruza un par de riachuelos en formas de cascada, casi a oscuras por la falta de luz y un frescor y un olor que sólo hay por estos lugares. Como siempre, después de algo que no nos gustó, recibidos un nuevo premio que hace que lo anterior se te olvide al instante.






La pena era no poder estar allí tanto tiempo como nos pedía el cuerpo (sobre todo el mío), así pues, enseguida nos subimos en las bicis y recorrimos los últimos metros de una pista en bastante buen estado que terminaba en una cancela que salía a la pista asfaltada que sabíamos que nos teníamos que encontrar. Se trata de la pista o carretera local que sale de la localidad de Viscos hasta encontrarse con la carretera de subida a la estación invernal de Luz-Ardiden.

La pista es ancha, bien asfaltada y con una pendiente bastante constante aunque por momentos se complicaba más de lo que mi estómago hubiese deseado. Es más, este fue, para mi, uno de los momentos de mayor carga mental de todos los días. Mi cuerpo no respondía como yo quería, mi estómago estaba hinchado y dolorido y por delante yo sabía que quedaban 12 kilómetros de constante ascensión de los que los primeros eran los más suaves y llevaderos (y aún así yo estaba petao).




Afortunadamente, las vistas del valle me iban sirviendo como bálsamo. Y es que con cada curva, con cada claro en el bosque, el fondo del valle quedaba más y más abajo. Recuerdo que la sucesión de zig-zags en esta primera pista hacía que casi no nos desplazáramos de la vertical del valle, y que siempre viera el mismo pueblecito allí abajo, cada vez más lejos. Me prometí que a la vuelta a Madrid miraría qué pueblo era, y lo he mirado, se trata de Chéze...y he incluso buscado una foto del pueblo:


5 zetas, 4 kilómetros y 300 metros de desnivel acumulado después de tomar la pista asfaltada, ésta se incorpora a la carretera que sube directamente a la estación invernal de Luz Ardiden. Las fuerzas me iban escaseando ya al mismo ritmo que se hinchaba mi estómago, aunque la cabeza me seguía manteniendo dando pedales. Sabía de sobra que aún restaban más de 7 kilómetros de subida y más de 500 metros de desnivel.

Por si esto fuera poco, empezó a soplar un viento racheado que por momentos era casi un vendaval. Las nubes iban tomando sitio en el cielo y poco a poco empezó a crecer el temor de que no nos escaparíamos de la lluvia. 

¡Quien me iba a decir a mi que el día después de subir al Tourmalet iba a estar subiendo hacia la estación de Luz Ardiden!. Y allí estábamos, pedaleando carretera arriba, echando la vista hacia el alto del monte, viendo como la carretera se retorcía y cómo aparecían, allá arriba, los quitamiendos de la carretera...si, hasta allí hay que subir...¡¡y más allá!!.



No en vano, el col de Riou está aún más arriba de Luz-Ardiden...bastante más!!!.

Pedalada tras pedalada, barrita a barrita, descanso tras descanso, zetas tras zeta (6 hasta Luz Ardiden), a veces con el viento de cara y otras con él de culo, llegamos al desvío que, a un kilómetro de Luz Ardiden, nos sacaba de la carretera y nos introducía en una nueva pista, más rota, asfaltada al principio y de alta montaña después, que llega, en un primer tramo hasta el aparcamiento de la estación de telesillas de Bederet; 5 kilómetros y 300 metros de desnivel nos separan ya del col de Riou.



Desde Bederet, la pista nos da un pequeño descanso de cerca de un kilómetro. Es este descanso el que yo aprovecho para tomarme un gel (el primero de toda la pedales), y para observar de nuevo el pueblecito de Chéze que ya es casi un punto en el fondo del valle. En ese momento, unas gotitas de lluvia hacen su aparición, pero el viento, bastante fuerte en ese momento parece que se lleva la lluvia y como empezó a caer, terminó sin apenas notar que cayeron 4 gotas mal contadas.

Los últimos kilómetros de subida al col de Riou son un pequeño calvario sobre todo si vas tan tocado como yo. El desnivel vuelve a aumentar por momentos aunque es cierto que de vez en cuando da una tregua. Los últimos metros de la subida es una larga y amplia curva en constante ascenso. Yo ya veía cómo Rubén había coronado y a mi me quedaban cerca de 200 metros...¡¡qué largos se me hicieron!.




Pero por fin, la última gran subida de pedales de Tourmalet estaba ya hecha. El col de Riou era ya historia. Allí arriba, sentados observando el valle que se abría al otro lado de la subida hubo una descarga de felicidad. 33 kilómetros, mucho menos complicados nos separaban ya del final...






Ésta última foto refleja muy bien lo que nos esperaba. Desde aquí arriba teníamos que bajar hasta allí, al fondo del valle, hacia la localidad de Cauterets. Además la bajada tiene fama de ser la más impresionante de los cuatro día...¡¡y ya estaba aquí!...¡¡a disfrutarla!!.

Sabíamos que la bajada tenía tres partes: una primera con zetas muy pequeñas, con muchísima inclinación seguida de una segunda más relajada, por medio del bosque, rápida y sin problemas para terminar con un tercer tramo con inclinaciones cercanas al 30% y que sólo son capaces de bajar encima de la bici los más expertos; lógicamente, nosotros sólo teníamos la esperanza de hacer la primera y segunda parte.

Además la meteorología se estaba portando con nosotros. Las nubes habían casi desaparecido del cielo y el sol brillaba radiante...¡¡nos vamos a escapar de la lluvia!!

Así pues, sin más dilación, subimos de nuevo a la bici, y tras atravesar una valla electrificada de esas que evitan que el ganado se escape, nos dispusimos a lanzarnos a tumba abierta...¿o no?.




Como dice Rubén...las rutas de Pedales son las rutas de Pedales, para lo bueno y para lo malo, no tiene otra definición. Y esta vez tocó para lo malo....una jodida excavadora (que veíamos allí abajo), se había dedicado a abrir un cortafuegos en la ladera de la montaña, con la poca delicadeza y y la gran falta de respeto de cargarse el trazado ¡¡¡de un GR!!, (y luego decimos de nuestra España cañí).

El maldito cortafuegos que había trazado la maldita excavadora, había cercenado la mitad de las zetas. Todos los giros a izquierdas se los había comido literalmente, incluso en algunos puntos había destrozado totalmente el sendero. Tal destrozo hizo que la mitad de las zetas nos tocara ¡¡bajarlas andando!!...de hecho ¡¡no había zetas!!.


Al fondo se puede observar el punto en el que empieza el cortafuegos
Nuestras esperanzas estaban puestas en la segunda parte de la bajada, pero como pudimos comprobar enseguida, la maldita excavadora también se había cargado gran parte del sendero que transita por el interior del bosque. ¡¡Qué frustración!!. Cuatro días esperando esta bajada, una maldita subida que casi pudo conmigo y ahora era imposible disfrutar de la bajada!!. Menos mal que la excavadora no había podido con todo y parte de este segundo tramo sí que lo pudimos bajar disfrutando como locos de una muy corta pero intensa bajada entre hayas.

La verdad es que estábamos bastante mosqueados. No podíamos explicarnos como alguien puede dar la orden de atentar de esta manera contra un GR...jodidos burócratas!!.



Sendero de bajada a Cauterets - segunda parte de la bajada
La tercera parte de la bajada sí sabíamos que íbamos a patearla. Sobre el papel, un conjunto de zetas cortas, con un desnivel cercano al 30% nos hacía pensar en que nos iba a ser imposible...como así fue. Esta parte de la bajada es el paraíso de los descenders, los amantes del DH. Con cada zeta, con cada recodo del camino que se precipitaba casi a troche ladera abajo, comentábamos lo mismo..¿habrá alguien capaz de bajar esto del tirón?.


Desde luego, os puedo asegurar que las fotos no hacen justicia a ese tramo...

Una vez terminada la bajada (qué lástima), el track nos deja en las afueras del pueblo de Cauterets. Eran ya aproximadamente las 14:00 de la tarde y decidimos entrar en el pueblo, buscar un supermercado (los barres y restaurantes ya no dan de comer a esas horas), y sobre al marcha comer unos bocatas y seguir nuestro camino.

Y así hicimos. La carretera, en ligera pero constante subida nos deja un par de kilómetros después en el pueblo de Cauterets, buscamos un Carrefour express y sin pensarlo deos veces compramos pan, embutido y bebidas. Sentados en la acera de un aparcamiento damos buena cuenta de las viandas y bebidas y apenas media hora después nos montamos en las bicis para completar la última parte de la etapa y de la prueba. 




Eran 26 kilómetros los que nos faltaban aún. De los 26, aproximadamente 11 eran de bajada, saliendo del valle de Cauterets y el resto de subida al val d'Azur, valle en el que está el pueblo de Aucun, nuestro destino final.

Los primeros kilómetros de bajada se hacen por carretera, y en un momento dado, el track nos conduce a un precioso carril bici que, casi paralelo a la carretera, nos regala un ciclar alegre y unas magníficas vistas.





El carril bici desemboca en un punto dado en al carretera del valle; las vistas siguen siendo una preciosidad, y lo favorable de la pendiente y el bues asfalto hacen que la sobremesa sea muy placentera...hasta que la cosa se vuelve a complicar (pedales es pedales para lo bueno y para lo malo).

La bajada termina en la localidad de Soulom, donde, tras callejear un poco, salimos por una pista forestal asfaltada, entre bosques (como de costumbre), y ya en claro ascenso hasta la localidad de Saint-Savin.




Fue ahí, en Saint-Savin, a escasos 12 kilómetros del final (eso sí, aún faltaban por subir más de 300 metros de desnivel valle arriba), donde mi cuerpo y mis piernas dijeron que ya no seguían. Las malas condiciones con las que había empezado la etapa y la "dureza" de la subida al col de Riou me estaban pasando factura...un pajarón del 15 se estaba cebando conmigo.

Es en estas ocasiones en las que sale a relucir el espíritu de nuestro deporte y el espíritu de pruebas de este tipo. La solidaridad y el compañerismo salen a flote. ¡¡Gracias Rubén por tus ánimos en ese momento!!, por guiarme en mis pedaladas y por marcarme un ritmo tranquilo y suave que hizo que poco a poco fuera empezando a encontrarme mucho mejor.

El camino desde Saint-Savin, pasando por Arcizans-Avant y su lago artificial hasta llegar a Bun es un pequeño calvario (sobre todo en mis condiciones)...un continuo sube-baja, más "sube" que "baja" y una subida inesperada hasta Bun nos situaban ya a escasos kilómetros de Aucun.





Desde Bun ya sólo quedaban 5 kilómetros, mi cuerpo estaba empezando a responder de nuevo y la carretera se convertía en un agradable llano que recorrimos casi en paralelo con la emoción de saber que ya estábamos acabando nuestra aventura.

Los 5 kilómetros se convirtieron casi sin darnos cuenta en 4, 3, 2 y 1...y sin pensar, estábamso entrando en Aucun...¡¡¡qué grande Rubén dejándome ppasar delante mientras llegábamos a nuestro objetivo!!.





Y allí estábamos por fin!!!. De nuevo en el Hotel Le Picors de Aucun con más de 185 kilómetros en las piernas y más de 5.500 metros de desnivel acumulado en cuatro días. Allí estábamos tras una cuarta etapa bastante dura, de casi 58 km y más de 2000 metros de desnivel.

Eran las 17:15 de la tarde cuando mi magnífico compañero de aventuras y yo nos fundimos en un abrazo. Un abrazo que sella no sólo la satisfacción del objetivo cumplido, sino que además sella la gran amistad entre ambos...¡¡eres un crack mi querido amigo Rubén!!.

Y ahora ya sí, ya podíamos (tras una duchita reparadora) enfundarnos nuestros maillots de "finishers" de la Pedales de Tourmalet...nuestra tercera prueba de Pedales del Mundo (Foc, Occitania y Tourmalet..un buen trío)...¿habrá una cuarta para completar el póker?.



El perfil de esta cuarta etapa es éste:



El track resultante es éste otro:


Y el enlace a wikiloc lo podéis ver aquí:


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14748553

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Blogger Templates