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19 de septiembre de 2016

PEDALES DE TOURMALET - ETAPA 1 DE 4 - De Aucun a Lourdes

Parece mentira, pero ya ha pasado un año desde que Rubén y yo hicimos Pedales de Occitania y ya estoy de nuevo aquí, retomando la actividad de mi blog para escribir cómo nos ha ido en Pedales de Tourmalet.

Tourmalet...¿Quién no lo conoce?, ¿quién no ha oído hablar de este mítico puerto?. Hay nombres en el mundo de la bicicleta que se asocian a hazañas, gestas, a míticos pasos de montaña, ¿quién no asocia el nombre de Tourmalet al Tour de Francia?. Todo el mundo sabe qué es, lo conoce, ha visto imágenes en televisión del pelotón coronando su cima. Tourmalet es para muchos amantes de la bici un sueño, una meta, una gesta personal, un reto.

Cuando el año pasado, mientras hacíamos Pedales de Occitania, Rubén me comentó de la existencia de una ruta de Pedales del Mundo que, entre otros retos, subía al Col du Tourmalet, yo ya sabía que más pronto que tarde íbamos a hacerla. Desde hacía 365 largos días ese nombre resonaba en mi cabeza. Yo sabía que tenía que subir, llegar hasta allí, hacerme la foto con el Géant du Tourmalet.

Como todos los años desde 2014, los últimos 4 meses antes de la partida, Rubén se puso en marcha con la logística: reservar, estudiar los hoteles, ponerse en contacto con la organización...mientras tanto, yo, estudio la ruta: cada pico, cada subida, cada desnivel, cada uno de los 180 y tantos kilómetros y casi 6000 metros de desnivel acumulado...

Perfil de la prueba.
De igual forma que en Pedales de Foc y Pedales de Occitania, elegimos la opción de 4 etapas (nivel alto), lo que dejaría la mítica subida al Tourmalet para el tercer día, por tanto, antes de llegar a la etapa que coronaba el mítico puerto teníamos por delante dos etapas que nos irían acercando poco a poco a él. 

Así, el viernes 9 de septiembre, justo después de comer, Rubén y yo iniciamos el viaje que nos llevaría hasta el país vecino, cruzando la frontera política y natural de los Pirineos. Nuestro destino era Aucun, un pequeño pueblecito enmarcado en la provincia de los Hautes-Pyrénées (Altos Pirineos). Y es que toda la ruta transcurre en su totalidad por territorio francés.

La llegada a Aucun fue un tanto problemática. Decidimos llegar hasta allí a través del paso fronterizo del Portalet y el Col d'Aubisque, pero lo que no podíamos suponer es que una densísima y peligrosa niebla nos iba a dificultar el paso de los puertos y que ello retrasaría significativamente nuestra llegada a destino. Afortunadamente, y sin más problema, llegamos, ya de noche, al hotel Picors, lugar donde pasaríamos la primera noche y donde empezaría y acabaría nuestra aventura.

Tras una noche tranquila descansando sin problemas, el sábado 10 de septiembre amaneció y con él, el día de nuestra primera etapa de la Pedales de Tourmalet. No sin cierto nerviosismo bajamos a desayunar y a encontrarnos con Dennis, persona de contacto de la agencia organizadora que nos iba a enseñar los entresijos de la ruta así como darnos un breve "briefing" con los detalles de la misma. 

Dennis nos enseñó la ruta etapa a etapa, nos comentó los puntos más delicados y más importantes de la ruta y tras repasar el track sobre un mapa, nos hizo entrega de la ya conocida por nosotros bolsa de "Pedales del mundo" con el libro de ruta, algún que otro regalito, un mapa y el maillot de la prueba. En esta ocasión no hay que esperar a completar la ruta para tener el maillot, pero aun así, Rubén y yo lo guardamos en el maletero del coche prohibiéndonos a nosotros mismos hacer uso de él hasta que no termináramos 4 días después.

Otra de las novedades es que en esta ocasión no había necesidad de ir sellando el libro de ruta. Suponemos que tener que sellar en otras rutas es para tener controlado los puntos por los que pasas, mientras que en esta ocasión, la organización prefiere tenerte controlado simplemente con el check-in del hotel de destino...(al menos esta es nuestra teoría).

El encuentro con Dennis duró cerca de una hora, por lo que tras despedirnos de él y vestirnos de romano, iniciamos por fin, a las 10:00 de la mañana nuestra primera etapa.


Rubén y yo justo en el momento de empezar la primera etapa
De la primera etapa lo sabíamos casi todo, y es que ya está establecido entre nuestras costumbres, repasar juntos el perfil de la etapa antes de salir, repasando los desniveles más importantes, las subidas que nos encontraremos, las fuentes de agua y los pueblos por los que pasaremos. La etapa en sí es la más floja de todas cuantas hayamos hecho en una ruta de pedales del mundo. Sobre el papel, tan sólo 43 km, un desnivel de poco más de 700 metros y una única subida al principio de la etapa donde acumularíamos casi todo el desnivel. Estos datos nos hacían pensar en una ruta corta (para las costumbres de Pedales), divertida y con muy poca dificultad...como realmente así fue.

La salida de Aucun se hace atravesando el pueblo; un pueblecito pequeño, típico de estas latitudes, con las fachadas grises y los tejados de pizarra dejando tras de nosotros la impresionante vista de los picos que rodean la zona.

Poco más de un kilómetro y medio desde la salida, abandonamos la carretera del Vall d'Azun para adentrarnos, vereda arriba, en el monte. Nos espera un camino de poco más de 500 metros que ya, de saque, nos hace bajarnos de la bici y tirar de ella cuesta arriba: piedras, algo de barro y una pendiente pronunciada tienen la culpa de ello.



Eso sí, la vistas desde el final del camino son ya espectaculares, augurio de lo que nos esperaría durante el total de los cuatro días.

El camino nos deja en el pueblecito de Gaillagos que tuvimos que atravesar por su calle principal en ya franca subida y que hizo que por primera vez las piernas protestaran. No en vano llevábamos poco más de 3 km recorridos y ya habíamos ascendido 100 metros de desnivel.

Gaillagos y su plaza principal
La salida de Gaillagos sigue con la misma pendiente, cosa que nos nos extrañó puesto que en los primeros 7 km de ruta tendríamos que acumular casi 700 metros de desnivel, o sea, rampas de un 10% de media sin contar con el primer kilómetro y medio en bajada desde el hotel hasta el camino.

Pero como siempre pasa en estos caminos pirenaicos, el premio no se hace esperar y la subida nos va regalando unas impresionantes vistas que en cierto modo distraen tu cabeza del esfuerzo que van realizando tus piernas. Y es que pocos sitios (en los que he estado en bici) conozco con esta belleza, sobre todo si el día, además, está soleado y con una temperatura magnífica.




Al poco, la carretera se convierte en pista, y al igual que el desnivel, el esfuerzo y la belleza de los paisajes se mantiene. Poco a poco y disfrutando todo lo que pudimos, fuimos alcanzando el final de la subida. Por el camino iban quedando viviendas espectaculares, rebaños de vacas, caminos y senderos que salían de la vía principal y la magnífica sensación de estar otra vez aquí, ciclando tranquilamente en esta atmósfera tan maravillosa con ese olor tan característico.



Foto de portada...¿eh, Rubén?
En poco más de una hora habíamos alcanzado ya el primer y único alto del día, el col de Couraduque.

Altimetría del col de Couraduque desde Aucun



Tras disfrutar de las vistas, hacer la foto de rigor y comernos un pequeño tentempié, continuamos la marcha sabiendo que ya, hasta Lourdes sólo nos quedaban pequeñas rampas, bajadas y llaneos.

Foto de rigor en el alto de Couraduque

Poco después de coronar el Couraduque, iniciamos una bajada muy bonita por un precioso bosque durante un kilómetro y medio aproximadamente a la que sigue una pequeña subida que ya nos deja definitivamente en franco descenso. Estas primeras bajadas son una preciosidad; un sendero/camino muy sencillo de bajar que discurre por el interior de un precioso hayedo salpicado de abetos y con el suelo ya casi repleto de hojas secas.



A la salida del hayedo continua un precioso camino rural que transcurre por la parte baja del valle y que poco a poco nos acerca a la localidad de Gez. Eso sí, antes y después de llegar a Gez, la ruta discurre por una magnífica vereda salpicada de piedras de mediano tamaño y escaloncitos muy divertidos a veces en el interior del bosque de hayas, en ocasiones como vereda de enlace entre diferentes caminos agrícolas y rurales.





El final de este precioso camino/vereda termina en la localidad de Argelès-Gazost, cabeza de partido del valle del mismo nombre atravesado por el río Gave de Pau que procede directamente del circo de Gavarnie. Argelès-Gazost no tiene ningún atractivo particular ni destaca por nada especial; campings, zonas comerciales y poco más es lo que pudimos contemplar al atravesarlo por su carril bici que antaño era una antigua vía de tren (al estilo de nuestras vías verdes).

El fin del carril bici nos fuerza a retomar la carretera para enlazar con un sendero a la vera del río Gave de Pau que prácticamente no abandonaríamos ya salvo para apartarnos de él en lugares concretos para retomar el carril bici que se dirige a Lourdes.

Y es que el track tiene siempre la intención de huir de carriles y asfaltos, por lo que la mayoría del recorrido entre Argelès.Gazost y Lourdes se hace por el senderito a la orilla del río y en ocasiones, cuando no hay sendero, se acude al socorrido carril bici. 

El sendero de al lado del río es bastante divertido; alguna subidita, más de una pequeña bajada divertida y sin complicaciones, nos lleva de nuevo a la carretera que conduce a Lourdes.





Para llegar a Lourdes, el track vuelve a apartarse del carril bici para ir a buscar la carretera que asciende a la localidad de Aspin-en-Lavedan. En aquel momento supusimos que ir a buscar este pueblo subiendo durante aproximadamente un kilómetro tendría el aliciente de una buena bajada para llegar a Lourdes, y así parecía en un principio, puesto que al final de la ascensión, el track se internaba en un pequeño bosque en el que intuíamos que íbamos a disfrutar de la recompensa de la bajada, pero nada que ver, el track pasa por un conjunto de escalones que hacen que echemos el pié a tierra por lo que no entendimos muy bien el sentido de subir por aquella carretera para bajar por una escalera, y más estando a escasos 2 km de Lourdes.

En cualquier caso, eran aproximadamente las 14:45 de la tarde, bastante pronto para este tipo de rutas y más saliendo a las 10:00 de la mañana, cuando Rubén y yo llegábamos a Lourdes y por tanto acabábamos nuestra primera etapa en Pedales de Tourmalet.

Como era aún pronto y ya habíamos llegado al final por hoy, decidimos que antes de llegar al hotel íbamos a disfrutar de unas magníficas pizzas en un restaurante a la entrada de la ciudad. Véase el calibre...


Y para continuar con un día más o menos de relax, fácil y como prólogo de lo que se nos avecina en días venideros, decidimos hacer uso de la piscina climatizada del hotel situada en su azotea con unas magníficas vistas al castillo de Lourdes antes de dar un paseíto por la ciudad.




El perfil de la ruta es éste:


El track es éste:


Lo podéis encontrar publicado en wikiloc en el siguiente enlace: 


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=14748148













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